A veces olvidamos,
si ello es posible,
que no somos importantes
que somos prescindibles
que el viento de la ausencia
borrará por completo
nuestras huellas.
Y, ¿por qué el ansia de serlo?
¿Por qué la angustia constante?
El miedo, la náusea.
Somos sustituibles.
Somos una marea,
que quiere romper
que quiere perdurar.
A veces olvidamos,
barrenando nuestro yo mismo,
que salimos del fango
que del barro vivimos…
Y nos negamos
y nos hundimos
y luego nos levantamos.
Pero solo mentira.
Sólo ilusión.
Sólo apariencia.
Sólo la triste presencia
de tu desnudez,
— igual a todas las demás—
que te ata, que te quema.
A veces, olvidamos
(o deseamos)
que no somos excepción
que nacimos repetidos
que de la muerte confirmación
y del olvido estampa viva.
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2 comentarios:
Pero prescindibles desde cierto nivel, sólo desde ciertas perspectivas. Aunque haya cientos de puntos de vista desde los cuales somos perfectamente prescindibles y sustituibles, hay un punto de vista -sólo uno- desde el que no lo somos, aunque sí confirmemos la muerte y seamos el proyecto del olvido...
El punto de vista individual, claro. Lamentablemente, el mundo no está hecho de individuos...
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